Con vida los llevaron: Memorias de madres y familiares de detenidos-desaparecidos de San Salvador de Jujuy, Argentina

Autores/as

Reynaldo Castro

Palabras clave:

Desaparecidos, Jujuy, Dictadura, Resistencia clandestina

Sinopsis

Introducción

Por Reynaldo Castro

 

Cuando un autor se pone a narrar historias contadas por otros, la tarea de escribir queda reducida a -nada más y nada menos- cuestiones formales. Ordenar fechas, asociar situaciones, establecer proximidades que no siguen la cronología pero son capaces de explicar una verdad ocultada, interponer voces y aclaraciones: he aquí un listado casi completo de las tareas a las que me vi empujado en esta obra. Todo comenzó con un pedido de Nélida Pizarro. Ella me pidió que compilara un libro de poemas de su hija Alcira. Con mucha ingenuidad acepté su pedido y me propuse escribir un prólogo que explicara los momentos de felicidad familiar y la difícil condición de ser una joven revolucionaria en los años setentas. La cantidad de datos que me salieron al paso, me hicieron entender que tenía una historia que, desde hace décadas, esperaba ser contada. Las páginas que siguen dan cuenta de realidades diversas -emocionantes a veces, trágicas en mayor medida; pero siempre demasiado humanas- que resultaron de entrevistas grupales, durante casi dos años de trabajo, en las que participaron Nélida, Azucena Iriarte, Selva Vilte, Elena Mateo, Enriqueta Herrera, Inés Peña, Argentina Sarmiento de Álvarez, Guillermina Castro, Claudia Scurta, Miriam Bazán, Juana Delicia Bisdorff, Dora Rebecchi, Elsa Margarita Elgoyhen, María Eugenia Villada y María del Carmen Ovando. En rigor, ellas son las verdaderas autoras de la parte principal del contenido de este libro; la forma (continente) es responsabilidad mía. Escribo esto y no puedo evitar que una sensación de pedantería me aflore, pero quiero recordar que hacerse responsable es -antes que nada- exponerse. Quiero agradecer a todos aquellos que, de una manera u otra, colaboraron para que esta investigación se llevara a cabo. En especial, agradezco a Andrés Fidalgo no sólo por permitirme usar su archivo y su biblioteca, sino por sus consejos. Gracias también a Jorge Accame, Cecilia Acuña, Ernesto Aguirre, María Eva Arroyo, Remo Bianchedi, Carlota Bonzano, Jorge Castro, Eublogia1 Cordero, Sofía Alicia D’Andrea, Flora Guzmán, Sara Murad, Luis Alberto Quevedo, Estela Mamaní, Olga Márquez, Ricardo Martínez, Victoria Mendoza, Marta Rondoletto, Raúl Scurta, María Seoane y María Inés Zigarán. Cada quien sabe por qué. Pasemos ahora a una advertencia. En 1904, Franz Kafka le escribió a un amigo: “Creo que sólo debemos leer libros que nos muerdan y nos arañen. Si el libro que estamos leyendo no nos obliga a despertarnos como un mazazo en el cráneo, ¿para qué molestarnos en leerlo?”. Este libro fue pensado para morderte, estimado lector; además, siguiendo el consejo de un poeta jujeño, fue escrito para pegarle con un caño a las “conciencias que se abren como paraguas negros”. No es literatura de ficción. Es una memoria narrada con lo aprendido en los años que nos separan de la última dictadura. Por lo tanto, la similitud que estas historias tienen con la realidad es pura consecuencia.

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Publicado

October 1, 2004

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